Opinión

Opinión | La salud de Neiva en estado crítico.

En mi más reciente visita a la ciudad, he tenido conocimiento de un número alarmante de casos de descuido o negligencia hospitalaria. Es un hecho notorio, desde hace bastante tiempo, la permanente crisis que se vive en el sector salud colombiano: clínicas y hospitales cerrados, déficit estructural para funcionar adecuadamente, problemas con el flujo de recursos, lamentables condiciones de trabajo de los equipos de servicio médico, pésimas condiciones de seguridad intrahospitalaria, entre otros; son asuntos que están a la orden del día en los centros médicos de la capital huilense.

Por otro lado, desconfianza es lo que nos causa las cifras oficiales de las actividades de las Empresas Sociales del Estado, dados los elevadísimos niveles de desfachatez y manipulación en que incurren los Gerentes o los responsables de su administración (una y otra vez, vienen a recuerdo las torcidas actuaciones de muchos, como en la ESE Carmen Emilia Ospina).

Siendo el alcalde de Neiva médico de profesión, uno pudiera pensar que el tema resulta sensible para él. Lo cierto es que debe haber una articulación de fuerzas, entre los niveles nacional, departamental y municipal, para poder planear, ejecutar y evaluar con mejores elementos la política pública. Sin embargo, mientras no se cambien los cimientos mismos del Sistema de Salud, las cosas seguirán igual o peor, a costa del esfuerzo de mucha gente (médicos, enfermeros y auxiliares, administradores) pero en beneficio exclusivo de un pocos, con gran poder económico.

Ahora bien, realmente lo más preocupante —desde mi punto de vista— es la poca participación comunitaria en la gestión de los servicios de salud. Los “usuarios” del sistema son convidados de piedra y simples receptores de un pésimo servicio; casi que se les trata como mendigos de pedazos lastimeros de salud. Estamos lejos de poder hablar de un verdadero derecho fundamental de todos los neivanos, y para poder cambiar el estado actual, debemos organizar esa participación de los usuarios de EPS’s, IPS’s y ESE’s. La escasa institucionalidad que existe debe dejar de verse como una liga de apoyo burócrata al gerente de turno, como hasta ahora se ha mostrado en algunos casos.

También se debe trabajar de la mano con los organismos de vigilancia, inspección y control, como la Supersalud, pero debemos exigir mejores condiciones para adelantar adecuadamente su actividad. Porque sabemos del enorme compromiso de algunos funcionarios de esta entidad que, sin embargo, naufragan en el océano de la negligencia y los malos servicios médicos.

Si los neivanos queremos una salud decente, no nos queda otro camino que tomarnos en serio la organización para su exigencia como un auténtico derecho fundamental.

Por: Ricardo Andrés Ruiz Vallejo

Ricardo Andrés Ruiz Vallejo

Neivano. Bachiller Colegio Claretiano. Abogado de la Universidad Nacional de Colombia. Posgrados (Especialización y Maestría) en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la misma Universidad. Litigante en Derecho Laboral y de la Seguridad Social (Pensiones, Salud y Riesgos Laborales). Docente Ocasional de la Universidad Nacional de Colombia y docente invitado de otras universidades. Miembro del Grupo de Investigación Jurídica “Discriminación en el Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social”, de la Universidad Nacional de Colombia. Asesor y consultor jurídico. Fiscal de la Asociación de Abogados Laboralistas de Trabajadores de Colombia.

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