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Pitalito: poder artesanal.

Carlos Medina conoció la arcilla gracias a su hermana mayor, quien se dedicaba a crear y comercializar diversas piezas de barro. Comenzó haciendo animales en sus ratos libres y, cuando se graduó del colegio, entendió que la artesanía era su camino.

Para probar la destreza de las manos, empezó haciendo marranos y patos en miniatura, luego creó pequeñas fincas campesinas compuestas por una casa, una gallinera y una cochera, y a inicios de los años 90 se asoció con un comerciante de Estados Unidos para sacar réplicas exactas de los tranvías de Nueva Orleans.

Teniendo como referencia 90 fotografías, se dedicó a moldear con sus manos los vehículos. Con el tiempo empezó a producir una línea de chivas, aviones y jarrones, y en 2009 asumió, durante cinco años, la presidencia de Ashuarte, una asociación compuesta por 37 artesanos de Pitalito que siguen soñando con fortalecer las vías de comercialización de los distintos objetos artesanales de la región. Hoy, él es el vicepresidente de esta Asociación.

Hoy, Carlos es padre de dos hijos a quienes ha mostrado la destreza de sus manos y el oficio artesanal del trabajo con la arcilla. Para él, ser padre artesano como todo en la vida, tiene sus puntos a favor y en contra: “en contra, está que a veces lo artesanal es un poco limitado para los hijos, que ya van a la universidad o se dedican a otras labores más rentables, pero lo bueno, es que, a través del conocimiento y el trabajo con las manos, uno se relaciona mejor con los hijos”.

Pitalito, Huila, es conocido por la calidad de la arcilla que surge en su territorio. Para crear sus piezas, Carlos trabaja con barro molido, con el que hace los jarrones y las figuras más grandes, y con barro colado, una mezcla más fina con la que moldea las miniaturas y los personajes de las chivas. Con la destreza de las manos va creando las figuras, después las pule y las deja secar durante tres o siete días sin exponerlas directamente al sol. Luego quema las piezas en un horno de gas, las pinta con pinturas a base de agua y las pega con colbón para que le den vida a las tradicionales y coloridas chivas.

En los años 70, el país puso sus ojos en las artesanías de Pitalito luego de que la señora Cecilia Vargas hiciera famoso al municipio con sus populares chivas, las cuales representaban la idiosincrasia de la región. En ese momento, el sector artesanal de Pitalito comenzó a surgir a través de variados oficios como la talabartería, la talla de piedra, las esculturas de hierro, la tejeduría, la bisutería, la talla de madera y la cerámica.

En los años 80 se abrió el Centro Artesanal de Pitalito, en los 90 surgieron pequeñas asociaciones y cooperativas, y en 2009 se fundó Ashuarte, la Asociación de Artesanos del Sur del Huila. Sin embargo, la práctica artesanal ha ido disminuyendo en el municipio. Actualmente solo unas 200 familias viven del oficio y son muy pocos los jóvenes que están interesados en continuar la tradición. Pero a los 50 años, Carlos Medina no pierde la esperanza de que, después de la pandemia, Pitalito vuelva a brillar como uno de los pueblos artesanales más atractivos de Colombia.

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