Opinión

Opinión | La UCC en otrora.

Un día como hoy, pensativo y reflexivo, mi espectro imaginario me llevó a ubicarme en la Universidad en la que me formé profesionalmente —hoy ad portas de culminar con este largo proceso académico— esa dimensión espacio-temporal llamada Universidad Cooperativa, en la cual decidí iniciar mis estudios con el ánimo de hacerme en un excelente abogado, como muchos que conozco egresados de esta institución de educación superior.

Extraño en otrora esos tiempos de risas, de trasnochas, de revolución, tiempos en los que con un grupo de grandes amigos y otros no tanto, luchamos por lo que en su momento consideramos justo, adecuado, necesario y pertinente para la comunidad estudiantil. Recuerdo con especial cariño, admiración y gratitud, entre otros; a Petete, Pachito, Camilín, Mateo y Martica.

Luego de la remembranza de tiempos buenos en mi vida —quizás los mejores— me llené de nostalgia. Una ola de tristeza me consumió, el motivo claro y contundente, lo que un día fue; espacios en los que participaba con injerencia en las decisiones que afectaban el entorno local y regional con los que contaba la Universidad Cooperativa, de a poco y de manera paulatina se fueron perdiendo.

Muchas fueron las luchas de los estudiantes, de los empleados, incluso de los directivos; los enemigos eran y siguen siendo muchos, la mala fama con la que tuvimos que luchar durante muchos años, obligaba un esfuerzo interinstitucional que contribuyera a plantear posibles soluciones y estrategias para combatir este flagelo. Y llegó el primer gran triunfo, el sellamiento de los muchos expendios de bebidas alcohólicas en las mediaciones de la universidad.

En muchas de esas duras batallas por mantener un orden universitario tuve el privilegio y la oportunidad de conocer a un gran hombre, un académico, un caballero, un buen padre y esposo, pero por encima de todas esas cosas, un hombre de Fe. Como pocas veces, tengo el ánimo de que generaré consenso en todos los Uceistas, pues estoy plenamente seguro que quien haya tenido la posibilidad de toparse en su vida con LUIS ALFREDO ORTIZ, aceptará y compartirá numerosos elogios.

Respeto sus antecesores y predecesores, pero como nuestro rector, ningún otro, un despacho de puertas abiertas, un compañero, amigo pero sobre todo un hombre tremendamente ligado a la academia.

Junto a él y en su tiempo como cabeza máxima administrativa y académica de la Universidad Cooperativa sede Neiva, se evidenció el avance, el crecimiento en todos los aspectos, el acompañamiento personal a cada uno de los eventos y escenarios de discusión y consenso de la comunidad estudiantil; hechos que hacen recordarlo con mucho cariño, pero más allá, que extrañemos y queramos su regreso al claustro universitario.

Su salida del cargo obedeció claramente a un distanciamiento con los “grandes académicos” que han dirigido la Universidad, pues en muchas situaciones hizo caso omiso a algunas de las acciones que le pedían ejecutar como rector, directrices que para él, iban en contravía de su sentir en pro de la comunidad huilense y foránea que en determinado momento decidió escoger a esta alma mater como su lugar de formación profesional. Se convirtió en una piedra en el zapato para los intereses económicos de quienes por años han usurpado nuestro patrimonio. LUIS ALFREDO prefirió ser amigo de los huilenses y enemigo del bolsillo de unos pocos paisas.

Los espacios que este hombre de la sociedad huilense se ganó a pulso y con miles de honores, lastimosamente sus sucesores lo han dejado perder por negligencia, impericia, o tal vez por falta de interés y de querer ver a la universidad como un agente de cambio social dentro de los múltiples espacios de participación, concertación y decisión del municipio y del departamento.

Luego de su injusta salida abrieron un “concurso de méritos” muchos Huilenses se presentaron y misteriosamente y bajo los criterios de los directivos nacionales; ninguno de los locales cumplieron con tan excelente grandeza.

Nota: Al nuevo rector ni lo conocemos. Seguimos extrañando la puerta abierta a los estudiantes, egresados y personal administrativo.

Por: Andrés Felipe Guerrero Chávarro
@PipeGuerreroCH

Andrés Felipe Guerrero Chávarro

Neivano.

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